El ascenso de la derecha radical en Perú: el caso de Rafael Lopez Aliaga y el Partido Renovación Nacional
- NEPOL UFJF
- 29 de jan.
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Edson Villantoy Gómez

Cuando Rafael López Aliaga (RLA) quedó en tercer lugar de las elecciones presidenciales de 2021, a menos de 2 puntos porcentuales de acceder al balotaje, surgieron muchas dudas sobre si su discurso ultraconservador había influenciado lo suficiente en la sociedad peruana como para, al menos, haberle permitido pasar a segunda vuelta.
Sin embargo, su candidatura no solo quedó muy cerca de la segunda vuelta electoral, sino que su partido, Renovación Popular (RP), logró 13 bancas de 130 en el Congreso peruano, una cifra muy importante dada la altísima fragmentación del sistema político del país. Meses después, López Aliaga logró convertirse en alcalde de Lima, la capital peruana y la administración subnacional más importante del país. Lima es una metrópolis con alrededor de 10 millones de habitantes y un presupuesto público de más de 400 millones de dólares anuales, sin contar lo destinado a obras públicas que suelen ser financiadas a través de préstamos a entidades internacionales y alianzas público-privadas. Además, es la sede administrativa del gobierno nacional y la ciudad más poblada del país, con más de un tercio del total de votantes. Ganar la alcaldía de Lima, convierte a cualquier político en un candidato natural a la Presidencia de la República, aunque casi siempre con muy poco éxito.
La derecha radical en el Perú y América Latina
Para entender la irrupción de López Aliaga y su propuesta ultraconservadora en Perú es importante contextualizar la llegada de la ultraderecha en nuestra región. La presencia de una derecha radical no es un fenómeno nuevo en América Latina, aunque haya cobrado importancia porque ya no es marginal sino se ha convertido en una de las opciones políticas centrales y decisoras en la vida pública de muchos países de la región. Pero ¿qué entendemos por ultraderecha?
Ignazi (2003) investigó hace algunas décadas las dos variantes más recientes de la derecha: la derecha extrema y la derecha radical. La primera se caracteriza por ser una variante conservadora, autoritaria, xenófoba y nacionalista. Además, rechaza todo tipo de migración, justifica la violencia y reivindica el fascismo clásico. Por ello, solía ser marginal, aunque con un creciente apoyo en los círculos de la derecha más tradicional.
La segunda es una expresión de la derecha contemporánea, aquella que es más liberal en lo económico y en menor medida en lo social. También tiene una visión nacionalista, rechaza la migración ilegal, pero a diferencia de la extrema derecha se desvincula histórica e ideológicamente del fascismo histórico. Además, rechaza la violencia como un arma de poder político y acepta las reglas de la democracia representativa.
Mudde (2019) ha señalado que la derecha radical no es antidemocrática por sí misma, sino que se opone a ciertos elementos de la democracia moderna. Por ejemplo, mientras acepta la democracia representativa y el principio del gobierno de las mayorías, rechaza la protección que este sistema otorga a las minorías. Además, les cuesta trabajo aceptar, sin rechazar unánimemente, la separación de poderes. Mudde (2019) también sostiene que la derecha radical tiene tres elementos ideológicos centrales: autoritarismo, populismo y nativismo.
Otros autores como Ramas (2019) han dividido a la derecha radical en: neoliberales autoritario y social-identitarios, esto tiene que ver con un debate amplio respecto a que la derecha radical tiene una homogeneidad de origen, pero una heterogeneidad de expresiones, sobre todo en lo económico. Por ejemplo, las derechas radicales de Brasil y Argentina apelan a una desregulación total del mercado, llevando el programa neoliberal a su máxima radicalidad, en tanto, otras derechas radicales como las de El Salvador o la de López Aliaga en el Perú apuestan por una intervención importante del Estado en la obra pública y en el orden interno.
Finalmente, a nivel cultural la derecha radical ha tomado las banderas de oposición al progresismo. Stefanoni (2022) ha denominado como “derechas alternativas” quienes, además de su oposición a la izquierda y a su agenda cultural (woke), han sabido canalizar el descontento social de la gente y han capitalizado la rebeldía como elemento central de su narrativa, quitándole dicha rebeldía a la izquierda, que canalizaba las demandas sociales y levantaba las banderas disruptivas del estatus quo.
A partir de esta discusión conceptual, la derecha contemporánea en América Latina está más ligada a la derecha radical y no tanto a la extrema derecha, aunque en algunas situaciones estén muy cerca de esta última expresión autoritaria y antidemocrática. Aquí planteo que López Aliaga y Renovación Popular forman parte de la derecha radical contemporánea.
Rafael López Aliaga: el líder empresarial con una agenda moral
Rafael López Aliaga es un empresario, que hizo buena parte de su fortuna durante el régimen autoritario de Alberto Fujimori (1990-2000), quien impulsó sendas privatizaciones, entre ellas las del sector ferroviario. López Aliaga es dueño de PERURAIL, una de las dos empresas que operan el transporte ferroviario de Cusco a la ciudadela de Machu Picchu. Además, fue regidor (vereador) de la Municipalidad Metropolitana de Lima entre 2007 y 2010 durante el gobierno del ex alcalde Luis Castañeda Lossio. En 2020 fundó el partido político Renovación Popular, un partido que sienta sus bases sobre una ideología ultraconservadora ligada a la derecha radical. El partido reivindica sus bases ideológicas sobre principios cristianos, defensa de la vida y rechazo al enfoque de género. Cabe destacar que López Aliaga es miembro numerario del Opus Dei, una organización ultraconservadora del catolicismo.
En las elecciones presidenciales y congresales de Perú en 2021 hizo una campaña con una fuerte retórica ultraconservadora. Su lista congresal y sus candidaturas a la vicepresidencia eran miembros de iglesias evangélicas pentecostales y neopentecostales. Entre los más representativos se encuentran Milagros Jáuregui de Aguayo y Alejandro Muñante Barrios. Las dos personas se convirtieron en congresistas electos de Renovación Popular tras la elección del 2021.
Jáuregui de Aguayo es una influyente pastora evangélica y ex lideresa del movimiento conservador Con Mis Hijos No Te Metas. Además, ya como parlamentaria, ha sido presidenta de la Comisión de la Mujer en el Congreso peruano y ha impulsado una agenda ultraconservadora, que se ha plasmado en leyes que hacen retroceder fuertemente el avance de los derechos de la mujer, sus cuidados y la libre decisión sobre sus cuerpos. Por su parte, Muñante es miembro del Movimiento Misionera Mundial, una influyente iglesia evangélica latinoamericana. Muñante también lleva adelante desde el Congreso de Perú una agenda de derecha radical en la esfera político-social.
Estos dos políticos ilustran con su perfil en la campaña electoral y sus actividades parlamentarias que RP consiguió una importante e ideológicamente muy perfilada representación parlamentaria de 13 congresistas. Junto con el gravitante liderazgo de RLA, actual alcalde de Lima, su contingente legislativo pone en primera plana de la política peruana la agenda ultraconservadora y de derecha radical.
Tabla 1: Resultados de la Primera Vuelta Presidencial en Perú (2021)
Candidato/Partido | Votos válidos | Total de votos |
Pedro Castillo (Perú Libre) | 18.925% | 2,724,498 |
Keiko Fujimori (Fuerza Popular) | 13.407% | 1,930,121 |
Rafael López Aliaga (Renovación Popular) | 11.750% | 1,691,624 |
Hernando de Soto (Avanza País) | 11.625% | 1,673,571 |
Fuente: Diario El Comercio
De candidato a alcalde: una gestión municipal ultraconservadora
Rafael López Aliaga cumplió en enero de 2025 su segundo año como alcalde de Lima. Su desempeño al frente del gobierno de la capital peruana está marcado por polémicas discursivas, anuncio de obras de gran envergadura e inauguraciones de obras de gestiones pasadas. RLA ha priorizado las grandes obras de infraestructura (proyecto de carretera Vía Expresa-Sur) y adquisiciones de equipamiento (compró alrededor de 2000 mil motos y 19 locomotoras diésel-eléctricas y 90 vagones reacondicionados, fabricados entre 1985 y 2000 y que funcionaron en California-USA hasta hace poco), para aliviar el tráfico y la inseguridad ciudadana, los dos principales problemas que aquejan a los limeños.
Pese a estas medidas, que ha llevado a López Aliaga a endeudar a la municipalidad con casi 400 millones de dólares por los próximos 20 años, no hay una real mejora en la calidad de vida de la ciudadanía en Lima y los índices de aprobación de RLA son bajos en comparación con otros alcaldes de grandes capitales latinoamericanas. Según la encuestadora Ipsos-Perú, en noviembre de 2024 solo el 31% de las y los limeños aprobaba su gestión y el 59% la rechazaba. Su mayor respaldo está entre las clases más acomodadas y el menor entre los sectores más populares (Ipsos, 2024).
El alcalde limeño ha impulsado también una agenda ultraconservadora en la implementación de las políticas públicas en la Municipalidad de Lima. López Aliaga suprimió la Gerencia de la Mujer e Igualdad de la municipalidad y creó la Subgerencia de la Mujer y Familia. Además, ha derogado normas vinculadas a la transversalización del enfoque de género en las políticas, servicios públicos y la gestión institucional de la Municipalidad de Lima, que sancionaban el hostigamiento sexual entre los trabajadores de la municipalidad e impulsaban el lenguaje inclusivo y la atención a poblaciones vulnerables (LGTBIQ+). En su lugar ha implementado ordenanzas municipales que crean el “Día de la familia” y diversas disposiciones como el impulso a la paternidad responsable, promover la formalización, a través de matrimonios, de las uniones de hecho y el impulso de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Toda esta agenda está muy acorde a lo que reivindica la derecha radical y la ola ultraconservadora que recorre América Latina y Europa.
Además de su gestión municipal, López Aliaga ha procurado llevar al terreno nacional, a través del Congreso de la República, su agenda ultraconservadora. Como se menciona líneas arriba, estos intentos han estado liderados por los legisladores Milagros Jáuregui de Aguayo y Alejandro Muñante y en muchos casos han sido exitosos. Por ejemplo, la aprobación de la ley que propone reconocer derechos al concebido pone en serio riesgo el aborto terapéutico que está aprobado hace más de 100 años en Perú. Además, estos congresistas han impulsado leyes que debilitan el enfoque de género, limitan la participación efectiva de las mujeres y desatienden las necesidades de las poblaciones vulnerables. Asimismo, estos legisladores han encabezado intensas campañas mediáticas y de movilización social contra el avance de políticas progresistas como la Unión Civil entre personas del mismo sexo o el Sistema Nacional de Cuidados, todo esto con la anuencia e impulso de López Aliaga. Ellos sostienen que estas políticas están distorsionadas por “la ideología de género”.
Es importante señalar que toda esta agenda ultraconservadora liderada por López Aliaga tiene respaldo en algunos medios de comunicación que son afines a este sector (en especial el canal de TV Willax), pero la gran mayoría de estos solo muestra indiferencia y silencio ante el avance de dicha agenda. Además, aunque esta no ha calado significativamente en otros municipios y su impacto a nivel subnacional es mínimo o inexistente, a nivel legislativo nacional sí ha tenido un avance importante como se ha retratado a lo largo del texto. La estrategia de López Aliaga de avanzar a nivel municipal con su agenda ultraconservadora y en el Legislativo con sus congresistas parece tener resultados tangibles, no solo porque buena parte de esta agenda se ha comenzado a implementar en el país, sino que ha situado a López Aliaga como el líder indiscutible de la derecha radical y de los ultraconservadores en Perú.
El futuro político de Rafael López Aliaga se definirá en los próximos meses. La prensa lo coloca ya como un virtual candidato presidencial y sus posibilidades no son pocas. Debido a la alta fragmentación partidaria (más de 40 partidos participarán en las elecciones de Perú en 2026), podría pasar al balotaje y tener varios congresistas nuevamente. Sin embargo, su éxito no depende tanto de cuánto avanza su agenda ultraconservadora sino de cómo les soluciona la vida a los ciudadanos de la principal ciudad del país como alcalde. Los limeños y los peruanos, desde la irrupción de Alberto Fujimori en la década de 1990, suelen premiar eficacia gubernamental por sobre representatividad.
Edson Villantoy Gómez é graduado em Sociologia (UNMSM) e Mestre em Ciência Política e Relações Internacionais com especialização em Política Comparada (PUCP). Seus interesses de pesquisa incluem pesquisa em política comparada na América Latina, processos eleitorais e partidos políticos. Atualmente leciona na Escola de Ciência Política da Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
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Conta no X: @EdVillantoy